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Flesh or meat?



               
                El cuerpo humano se convertido en una de las mayores obsesiones durante toda la historia de la humanidad; testigo de ello son las múltiples representaciones que de éste nos han quedado, las que se están fabricando y las que vendrán.
La primera expresión “material”  del hombre fue plasmar en las paredes de una cueva partes de sus propios cuerpos, los cuales recubrían con pigmentos aglutinados con grasa animal, sangre, etc. presionándolos sobre la superficie rocosa. Quedando estampados para la eternidad.
 Esta libre expresión cada vez fue cosificándose más y más hasta llegar a la Edad Media, donde en medio de absurdos dogmatismos se quisieron ocultar todos los aspectos carnales del cuerpo (¡no es absurdo!), mostrándolos solamente cuando la devoción lo requería, cuando había algún interés detrás… reservando el privilegio a representaciones de mártires, guerras santas y como no, a Jesús, encarnación del propio Dios en la Tierra. Representaciones que escondían las suculencias de la carne detrás de cuerpos planos, sin dimensión, sin volumen. No llegaba a ser ni un simple girón de la ficción.

Tendencia, que como bien sabemos, queda desterrada con el Renacimiento y el Barroco; donde la carne cobra toda su dimensión en esculturas de héroes clásicos, obras pictóricas repletas de mujeres entradas en carne, que rebosan; santas/os en visiones orgiásticas rodeados por el amor de su Dios, martirios que no dejan de ser sensuales a la par que inquietantes... El antropocentrismo entró en acción, una tendencia que sitúa al ser humano en el centro de toda reproducción, pero todo sea dicho, un ser humano divinizado, rodeado de hitos históricos, telas adamascadas, sangre, sudor y vísceras. 

Adán y Eva. Fresco de la Iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo. (S XII)



              Andrea Mantegna, Lamentación sobre Cristo muerto (1457-1501)

Peter Paul Rubens, Las tres gracias (1636-1639)
   
Ahora empieza nuestra duda: ¿carne o la carne?

 Sin duda un nexo de unión con nuestro presente. Nexo que parece desvanecerse con los manierismos y demás vanguardias que se sucedieron; donde el cuerpo más que mostrarse se exhibe, se desintegra para mostrar su interior, sus lados ocultos… sus posibilidades. Un claro ejemplo de esta desintegración/apertura del cuerpo podría ser  la provocadora obra de Marcel Duchamp, la visión bizarra de Cindy Sherman o las deliciosas plastinaciones de Gunther von Hagens, entre otras delicadezas del arte.

                     
Marcel Duchamp, Etant donnés: 1-la chute d'eau, 2- le gaz d'éclairage; (1946 (1946)–1966)

Cindy Sherman, Untitled#1992 (1992)

Plastinación de hombre sosteniendo su propia piel de Gunther Von Hagens


Pero vamos a lo que nos interesa. Hoy en día, pensamos que más que nunca, se nos muestran las posibilidades del cuerpo desde todos los extremos y técnicas posibles. Por lo que respecta al audiovisual contemporáneo, posmoderno, éste no deja de sorprendernos.
Dejando grandes ejemplos del cine clásico, de los videoclips, del a publicidad, del cine contemporáneo… nos detendremos en las series de televisión. Pero aunque nuestro viaje empiece y termine en éstas, cabe mencionar que todas las expresiones antes mencionadas muestran temas transversales y puntos nodales fijos; uno de éstos es la fragmentación del cuerpo, un rasgo típico de la cultura de consumo, de los mass media en su afán por mostrar más y más en menos tiempo: ¡El tiempo es hora en nuestra sociedad capitalista! La cultura de la fragmentación pensamos.


Siguiendo la línea de la cultura de la fragmentación, y nuestra pregunta inicial [Flesh or meat?] observamos en el medio televisivo, el medio del transformismo, dos ejemplos puntales en esta divagación de la carne. Dos reflexiones sobre el cuerpo y su materialidad que podrían convertirse en los extremos a través de los que el discurso [por lo que a la carne se refiere] televisivo se estructura. Los ejemplos como tal son: Six feet under y Dexter, ambas de la productora HBO.

Six feet under nos cuenta la historia de una familia y la funeraria que regentan, con todo lo que esto conlleva; mientras, Dexter es la alocada historia de un, secreto, asesino en serie que trabaja para la policía de Miami como forense, pero muy especial, puesto que es especialista en manchas de sangre...

Sabemos que ha habido anteriores series que han tratado el tema, desde CSI [en todas sus secuelas] hasta Génesis, hipervisualizadoras de la carne y sus estragos. Pero la cuestión que nos atormenta no es ésta, sino la domesticación de esta carne, de la carne.

La domesticación de la carne llega por dos caminos muy diferentes. En Six feet under se produce mediante la domesticación de la muerte y su reintegración en la cotidianidad- pasamos de los modernos, e impersonales, tanatorios y nos llevamos el muerto a casa; como en casa en ningún sitio-, produciéndose una total intimidad con la muerte, con el cuerpo; puesto que la funeraria funciona como hogar y el hogar es una funeraria. Podemos decir, que se concibe como una perversa casa de Big Brother, ya que este habitáculo sirve como espacio de confesión, con un confesor más bien seco. Aquí el cuerpo muerto pierde todo lo transcendental y terrorífico, convirtiéndose, como ya hemos dicho, en un compañero más, al cual tendremos que disfrazar de vivo. El cuerpo muerto pierde su carácter extra-ordinario, sin esto no es más que carne flácida esperando ser atendida. Cuerpos que esperan ser reconstruidos sin detenerse en las extravagancias de lo interior, sin regocijarse en la producción de la parca.



Ésta es la vía de conexión con nuestra otra serie propuesta, Dexter, que al mismo tiempo enlaza con aquellas representaciones de martirios, guerras, disecciones, etc. que poblaban las exquisitas paredes de algunas casas pudientes [¿Colmando así algún deseo oculto de sus propietarios?]. En Dexter, ya no hablamos de carne sino de la carne [meat], como un moderno Hyde, nuestro protagonista utiliza sus actos mortales como pretexto para darse a conocer a los espectadores, una representación [ya que no es más que un personaje especular] manchada de sangre, sudor y vísceras, mostrando así el lado más gore de la domesticación. Una domesticación que puede enlazarse con el control excesivo que el ser humano está ejerciendo sobre su cuerpo, con la tendencia carpe diem que estamos viviendo desde los atentados de 2001 a las Torres Gemelas… una espiral de violencia, que en la serie es dosificada con tiras cómicas del mismo personaje, como un pretexto para empatizar con la muerte, para así colarla en nuestros inocentes hogares… el cuerpo aquí se fragmenta en cada episodio, a cada fragmento de segundo, como una sátira del propio género negro. Se juega con la comida, nos la tiran a la cara; ¿Qué mejor para domesticarla que hacerla a fuego lento?

               
                A modo de conclusión, simplemente puedo destacar el interés de los mass media por lo fronterizo, lo limítrofe lo híbrido… por querer convertirse en una especie de gabinete de curiosidades, registrando una, y cada una de las actividades del ser humano. Imperando de esta manera el gusto por el simulacro, por lo nunca visto. El gusto por la ambivalencia de significados y significantes… por la hipérbole, la hipertrofia de las formas.
Así, ¿Tendremos que concluir que se ha salido de la realidad? Que frente a esto la televisión fabrica su propia realidad, que se complace con lo especular y lo hiperreal;
Ahora más que nunca: flesh or meat? Bienvenidos al desierto de lo hiperreal.







PD. Siento no haberme extendido un poco más en el nudo de la cuestión, pero como se puede ver a estas horas de la noche el coco ya me deja de funcionar. Sorry.

Comentarios

  1. Collons, que interesant el post. La verdad, los productos que rozan lo obsceno o lo políticamente incorrecto están a la orden del dia. La gente quiere verlo, experimentarlo y, sobretodo, salir de la mierda de rutina en la que están inmersos diariamente. Por eso, lo prohibido, lo antimoral o lo sobrenatural se convierte en gancho para millones de personas, que únicamente buscan "desconectar".
    Personalmente, siempre he creido que la televisión es una de otras muchas formas (si bien es de las más efectivas) de idiotización del ser humano por parte de los que en verdad mandan. Es mejor tenernos entretenidos con series, futbol o programas estúpidos hasta el hastío, a darnos la opción de pensar. Eso sí puede ser peligroso para algunos. Y si no que se lo pregunten a Mubarak.
    En fin, igual se me ha ido la olla, pero esa es mi opinión.
    (Perdó per la pedazo de resposta)

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  2. Jajaja
    Tens tota la raó! Sinó mira l'exemple d'Espanya que amb la llei Sinde(scargas) ens volen fer encara més tontos mirant únicament producció espanyola... que trist...
    Molen aquests comentaris!XD

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  3. Juan! Genial! :D

    Quant a les sèries bon exemples són també "True Blood" o "Roma" (les dos de l'HBO). La primera ja la coneixes... Sang, sexe, cosos en el seu major esplendor... La segona va per la mateixa rama quant a mostrar "la carn" sense cap pudor. El sexe i la sang, la vida i la mort, va tot agafat de la mà. La contemporainetat ha fet que vivim aquests conceptes de manera separada i, per si fora poc, amagada. Qualsevol pot escandalitzar-se hui en dia per vore morir algú, per vore sexe en viu, per vore "carn". Però la veritat es que gràcies als medis de comunicació s'estan fent més visibles aquests aspectes que són propis de l'home, de la nostra part més animal. Per què al cap i a la fi, per molt que pretenem negar-ho, som animals. Estem tornant al orige, on la carn sempre estava present, i no s'avergonyiem d'ella.

    Uhhh.... que filosòfic m'ha eixit la cosa! xD
    Juan, segueix escribint, que mola molt!!! :D

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