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Dark Shadows (T. Burton, 2012)




                Sombras tenebrosas es el  título del último trabajo del bienaventurado Burton. Un título premonitorio que no hace más que ratificar lo que muchos piensan:” sombras tenebrosas es lo que se está cerniendo sobre tu trabajo, chato”.
Y es que en los últimos años este director parece haber entrado en un bucle autorreferencial: por un lado, adaptando obras ajenas hacia su universo (Alice in Wonderland sería un claro ejemplo); mientras por otro, parece haber iniciado un proceso de “revisitación” de sus trabajos (Frankenweenie el próximo estreno es un claro ejemplo de esta tendencia) teniendo como resultado trabajos sobrecargados, dónde los (sus) iconos inundan toda la superficie sin apenas profundizar en éstos: Horror Vacuii. Así, al igual que pasa con sus vengativos protagonistas, el cineasta norteamericano vampiriza sus historias favoritas reafirmando en éstas su propia visión artística que en ocasiones, como el film que nos ocupa, no pasa del simple aparato estético, del envoltorio, acomodándose en artilugios narrativos utilizados una y otra vez por Burton: la autorreferencia nerviosa de un director que parece quedarse sin ideas.

                Desde el prólogo dónde se nos narra la condena de Barnabas Collins a la vida errante del vampirismo por parte de una bruja y su posterior resurrección en plena era post-hippie, la película entra en una espiral de incansable repetición: ¿Otra vez un niño incomprendido? ¿Una adolescente “problemática”? ¿De nuevo una novia espectral? ¿Bonham-Carter? ¿Johnny Depp?
¿Pero no había venido a ver una comedia “terrorífica”? ¿Humor negro? Esa fue la pregunta que mi mente me lanzó a los diez minutos de visionado: personajes que se mueven histriónicos entre los decorados postgóticos de Burton, que hablan y hablan sin cesar, intentando insertar entre diálogo y diálogo lo que deberían haber sido gags cómicos (como el momento en que Barnabas se limpia los dientes)… todo esto no hace más que demostrar como el director  no ha profundizado en los personajes, dejando a muchos a medio hacer como si tuviese miedo de mostrar ese “algo más” al que nos tenía acostumbrados, como en “Sleepy Hollow” o “La melancólica muerte del chico ostra”.
Entre tanta ida y venida, casi en la última media hora Burton cae en la cuenta de que estaba contando una trágica historia de amor (góticamente hermosa) y la recupera para precipitarla al vacío narrativo, pues después de tanto diálogo (algunas veces se hace muy lento) que intenta introducirnos en la historia, el director nos expulsa de ésta como un lector de dvd escupe un disco una vez finalizada su reproducción.
No obstante todo, el film tiene momentos malvadamente maravillosos como el descubrimiento de la “M” de Mc Donalds por parte del vampiro en su nuevo despertar; el sexo nervioso y catastrófico entre la bruja y el vampiro; algunas escenas gore que recuperan parte del Burton que nos gusta; la aparición de Alice Cooper o ya desde el punto de vista estético, el aparataje artístico y técnico, la fotografía… tan perfectos como siempre dentro del universo de este director.
                De esta manera, el intento de adaptar Sombras tenebrosas al mundo creativo de este director podemos decir que se ha convertido en una falla, dónde todo es estructura y nada relleno, dónde los iconos se repiten una y otra vez sin aportar nada nuevo… llegando incluso a molestar por ésa  falta de esencia. Sin duda, más que de “sombras tenebrosas” hablamos de brillantes y vacías sombras chinas.    



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