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Mostrando entradas de febrero, 2011

Manuscrito

Ilustración: Bruno Millán Su color café me volvía loco. El tacto, un tanto resbaladizo, de su piel enturbiaba mis pensamientos. Como se desenvolvía entre mis manos era un placer inexplicable… pero, sobretodo, su olor, ese fuerte perfume que dejaba en la estancia, hacía estremecerse hasta el último poro de mi cuerpo, que esperando más y más, se deslizaba, cuidadosamente, hasta lo más fondo de su ser. Me sentía como un voyeur espiando. Primero, sentí vergüenza; más tarde, nervios, miedo… conforme me adentraba en su mundo, le conocía más, y eso me asustaba profundamente. Finalmente, no pude evitar llorar por aquel chico. Siempre recordaré aquella primera lectura consciente, de una vida inconsciente. Plasmada, sin más, en un libro de tapas color café y membranosas hojas centelleantes.

Mujeres y toros: sangre, lágrimas y lunares

                        Bien es sabida por todos la obsesión de la humanidad por asociar a la mujer comportamientos animales, perversas metamorfosis, con grotescos y eróticos resultados, o simples asimilaciones de gestos. Casi siempre fruto de la misoginia dominante en las primeras líneas de la cultura, de la sociedad. Ya, desde la Prehistoria se asociaba la figura de la mujer a divinidades superpoderosas , normalmente asociadas con la naturaleza, a la Madre Tierra, a diosas de la fertilidad; que todo lo dan y todo lo quitan. Así, proliferaron numerosas esculturas de pequeño formato, que hoy día nos hemos empeñado en llamar Venus , pero que distan mucho de la habitual visión que de esta figura mitológica tenemos; se nos presentan con los miembros sexuales enfatizados, descomunales. Rasgo que permanecerá en la representación de la mujer, según mi parecer, hasta nuestros días [sino ¿Para qué están las operaciones de estética, sino para exagerar los ra

Llanuras rojizas

DELVAUX, P. El diálogo Convertido en una flamante gacela de rojo pelaje, rallado con un fuerte carbón negro, me entretengo andando por las llanuras de mi inconsciencia. En medio de aquel paisaje enrojecido por el atardecer, como si el Sol tuviese vergüenza de la Luna, me disponía fuerte y lozana. La penumbra ya asomaba por el este, con destellos de luz de luna y del lucero resplandeciente. Ese momento para mi era un caos, momento en que las quimeras de mi mente empiezan a fluir, situación mágica cuando el día es cubierto por el manto de la noche, desplegando sus alas ennegrecidas de carbón. En ese momento empiezo a perder mi razón. La penumbra del ocaso turba las imágenes, me engaña. Entre el mito y el logos vislumbro los objetos y los sonidos, que se enredan en mi mente como esfinges chillando, me aturden y me encandilan. Me encanta. En mi paseo aturdido por las sabanas de mi inconsciencia, corro entre la vegetación en plena soledad, me

Flesh or meat?

                                    El cuerpo humano se convertido en una de las mayores obsesiones durante toda la historia de la humanidad; testigo de ello son las múltiples representaciones que de éste nos han quedado, las que se están fabricando y las que vendrán. La primera expresión “material”  del hombre fue plasmar en las paredes de una cueva partes de sus propios cuerpos, los cuales recubrían con pigmentos aglutinados con grasa animal, sangre, etc. presionándolos sobre la superficie rocosa. Quedando estampados para la eternidad.  Esta libre expresión cada vez fue cosificándose más y más hasta llegar a la Edad Media, donde en medio de absurdos dogmatismos se quisieron ocultar todos los aspectos carnales del cuerpo (¡no es absurdo!), mostrándolos solamente cuando la devoción lo requería, cuando había algún interés detrás… reservando el privilegio a representaciones de mártires, guerras santas y como no, a Jesús, encarnación del propio Dios e